Esta semana ha sido un tanto frenética con tanto cumpleaños. El martes fue el de Andrés ¡y se me olvidó hacerle fotos a la tarta! Soy un desastre. Le hice una tarta de queso, calabaza y almendras horneada. Ya que estamos en el mes de octubre hay que aprovechar la cosecha, por lo que no creo que tarde en hacer más cosillas con este exquisito fruto. Este jueves fue el de mi primo Manuel y ayer el de mi padre. La de Manuel la podéis ver aquí, sin embargo la de mi padre no porque se quedó sin tarta por no encontrarse por estos lares.
A Manuel esta vez le ha costado un poco decidirse por la temática de la tarta de su quinto cumpleaños. Recuerdo que el año pasado estuvo ¡durante cinco meses! recordándome de qué quería su tarta. En cambio, en esta ocasión se ha decidido con un poco más de dos semanas de antelación.
La verdad es que ha sido divertido hacer estos muñequitos. Me parecen muy graciosos a pesar de sus continuados cabreos. Aunque también es cierto que tengo que admitir que mosqueado, mosqueado tan sólo me ha salido uno.
La tarta es un bizcocho de vainilla, relleno de ganaché de chocolate. En esta ocasión no he usado almíbar porque los bizcochos estaban muy pero que muy blanditos y esponjosos.
Aquí podéis apreciar cómo era por dentro:
Esta foto me la envió María, una de las madres que asistieron al cumple.
Y, finalmente, hice unas "bizcobolas", nombre que mi amiga Kitty le ha dado a los "cake pops" yanquis. Las hice para las mamis y para otros invitados que como yo asistieron al cumple. De todos modos, también nos tocó nuestra ración de tarta.
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