lunes, 24 de abril de 2017

Membrillo

    

    El año pasado en la zona en la que vivo hubo un verano más caluroso de lo normal y no hubo ningún día de lluvia, ni tan siquiera uno nublado. Por este motivo los frutales que tenemos no nos dieron mucha fruta y la que hubo, llegó antes de lo previsto. De modo que prácticamente no elaboré mermeladas pero sí que al membrillo le fue muy bien y logró muchos (aunque de un menor tamaño de lo habitual).

    Así que a principios de septiembre nos pusimos mi madre y yo manos a la obra. Es muy fácil de hacer aunque hay que disponer de tiempo y paciencia. En primer lugar hay que lavar los membrillos. Una vez listos los hervimos y, una vez seamos capaces de pinchar la fruta, los retiramos, dejamos enfriar y pelamos.





    Del mismo modo que retiramos la piel, hacemos lo mismo con el corazón del membrillo. Pesamos la piezas y las troceamos. Sé que suele añadirse un kilo de azúcar por kilo de fruta y que generalmente suelo reducir la cantidad de esta e incluso cuando elaboro mermelada si la fruta está lo suficientemente dulce no añado nada. Sin embargo, el membrillo es una fruta totalmente insípida y el azúcar, además de darle sabor, le aporta consistencia y logra que se conserve de forma natural durante más tiempo. Así que en esta ocasión añadimos la misma cantidad de azúcar que de fruta y pusimos a reducir a fuego medio - bajo. Conforme vaya reduciendo, habrá que bajar la intensidad del fuego porque comenzará a saltar por lo que es preferible utilizar una olla lo más alta posible, del mismo modo que emplear guantes para evitar posibles quemaduras. Una vez la cuchara de madera que empleemos se aguante de forma vertical durante unos segundos podremos apagar el fuego y verter sobre unos recipientes.

    Es, entonces, el momento de dejarlo enfriar sin tapar. Cuando enfría yo suelo utilizar plástico de cocina (film transparente) para procurar dejar la mínima cantidad de oxígeno entre el membrillo y la tapa del recipiente hermético para que evitar que se estropee. En el norte de España hay mucha humedad y puede estropearse. Tal vez en otras zonas más secas esto no ocurra. De todos modos, tras realizar el reparto tradicional entre amigos y familiares solemos dejar tan solo un recipiente en la nevera y congelar el resto para consumir a lo largo de todo el año. Según me dicen, el sabor no varía (personalmente no lo puedo afirmar porque no me agrada ningún tipo de fruta cocinada) y así se puede disfrutar de un membrillo casero durante varios meses.


    

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